martes, 2 de mayo de 2017

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias La desesperación de López Obrador

EFRAIN FLORES IGLESIAS.

No cabe duda que Andrés Manuel López Obrador, dueño absoluto de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), está desesperado. Su bandera de la honestidad se le ha caído. Y todo por confiar en personas que recaudan dinero en su nombre.
No aprendió la lección con René Bejarano, quien en 2004 fue videograbado por el empresario argentino Carlos Ahumada de recibir más de 5 millones de pesos, y que fue ventilado en el programa informativo “El Mañanero” de Televisa.

“Habíamos quedado que entre seis y ocho (millones de pesos)”, se escucha decir a Bejarano en tono de queja. A lo que el empresario le responde: “Ajá, ahorita por ejemplo me faltarían… porque aquí ya están contados los doscientos cincuenta de ahorita o sea, para seis me faltaría un millón de pesos. Sí, el millón sí.

Desde entonces Bejarano fue motejado como “El Señor de las Ligas”, ya que utilizó ese material para sujetar los billetes que recibió para entregarlos a la causa de su jefe político y de su partido.

El escándalo alcanzó a más personajes cercanos a López Obrador, quien en ese entonces fungía como jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Carlos Imaz Gispert, delegado en Tlalpan en esa época y esposo de Claudia Sheinbaum Pardo (actual aspirante de Morena a la gubernatura de Morena en la Ciudad de México y muy cercana a AMLO), también recibió dinero del empresario argentino.

El 2 de marzo de 2004, se dio a conocer una grabación en cadena nacional, en donde aparece el secretario de Finanzas de López Obrador, Gustavo Ponce Meléndez, mientras apostaba fuertes cantidades de dinero en una mesa de juego en el casino Bellagio, en Las Vegas, Nevada. ¡Zas!

Así como lo hace ahora, el político tabasqueño minimizó el problema y lo consideró un complot en su contra por parte de sus adversarios políticos o, mejor dicho, de la mafia del poder, para frenarlo en su carrera por la Presidencia de la República.
Desde la campaña de 2006 grita a los cuatro vientos que es incorruptible y que su equipo de colaboradores practica la honestidad. Y para eso aprovecha la ceguera de sus seguidores, quienes lo ven como un dios e incapaz de cometer errores y horrores.

Para AMLO, los corruptos y perversos están en el PRI, el PAN, el PRD y los demás institutos políticos. Pero miente. Morena hiede a corrupción e hipocresía. 
En política, como en la casa del jabonero, el que no cae, resbala. Nadie está exento de cometer errores. Ni siquiera en las religiones hay honestidad.

A AMLO le preocupa que su discurso ya no le funcione de aquí al 2018. Sus candidatos y personeros en Veracruz y en el Estado de México han sido exhibidos de cometer actos deshonestos.

Le urge ser presidente a la voz de ya para vengarse de sus adversarios políticos, de aquellos que desde el 2006 le han obstaculizado que no dirija el destino del país.

En algunos eventos ha manifestado que él no lucha por poder y cargos. Mentira. Claro, que sí lucha para lograr poder, así como lo hacen todos los dirigentes partidistas.

Lleva más de 15 años recorriendo el país, lo que representa una clara ventaja sobre los demás aspirantes a la Presidencia de la República. En cada elección aparece como el favorito en las encuestas, pero en el día decisivo es derrotado por sus oponentes.

Es un mal perdedor, ya que siempre alega fraude. Le gusta tomar calles y llenar plazas públicas para demostrar fuerza.

Es cierto que su partido ha crecido en poco tiempo, pero lo ha hecho con la pedacera de la mafia del poder (PAN, PRI y PRD). Ahí están los casos de Manuel Bartlett Díaz (ex priista, ex secretario de Gobernación con Miguel de la Madrid Hurtado y responsable de la caída del sistema en 1988), Ricardo Monreal Ávila (ex priista, ex perredista y ex diputado federal del PT), Esteban Moctezuma Barragán (ex priista y ex secretario de Gobernación en la administración de Ernesto Zedillo), Félix Salgado Macedonio (ex candidato a gobernador en Guerrero por el PRD y con el que inició la violencia en el puerto de Acapulco cuando fue alcalde), entre otros.

El caso de Eva Cadena Sandoval le ha pegado demasiado al dueño de Morena. Y no es para menos. López Obrador presumió hace pocos días en un evento en Las Choapas, Veracruz, que su candidata era honesta con su clásico “lo que diga mi dedito”, luego de que un grupo de manifestantes protestara por imponerla como abanderada en ese municipio.

Pero muy poco le duró el gusto al mesías tropical. Eva Cadena resultó ser una fichita. Tres videos la han evidenciado de ser recaudadora de dinero para la causa de su ahora ex jefe político y defensor público.

En un principio AMLO dijo que le pusieron un cuatro. Pero, no fue un cuatro, sino varios. Y la señora Eva Cadena no fue contra su voluntad a recibir dinero en nombre del jefe máximo de Morena, el señor de la “honestidad” valiente. Lo hizo porque ya es su costumbre recibir dinero de dudosa procedencia.

Por eso digo que AMLO está desesperado porque su bandera de la honestidad se ha derrumbado; honestidad que sólo está en su imaginación, y que su misma gente la sepulta.

En Guerrero, Morena tampoco se salva de controversias. Sus dirigentes tampoco cantan mal las rancheras. Pero de eso seguiremos comentando mañana.

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