lunes, 16 de febrero de 2015

(VIDEO) HYPATIA DE ALEJANDRÍA.

Hypatia de Alejandría. Se sabe que era muy bella, modesta y poseedora de una brillante inteligencia. A la hora de hablar de nombres femeninos asociados a la ciencia, son muy pocos los que nos vienen a la mente de forma automática, puede que el de Marie Curie sea el único con el que podamos llenar esta categoría. Pero te aseguramos que existen muchos, muchísimos nombres más, aunque destejidos por la sombra del olvido.
Uno que reluce por encima de todos y que a día de hoy permanece en el Olimpo de las admiraciones, es sin duda Hypatia de Alejandría. Su vida, su ciencia, y su trágico final configuran por sí solos una maravillosa historia que merece ser recordada. Desde nuestro espacio deseeamos hacerle un homenaje a una de las mujeres más curiosas de la historia…
La primera mujer astrónoma
La vida de Hypatia de Alejandría está perfectamente documentada. Se sabe que nació en el año 370 d.C, que se interesó tempranamente por las ciencias, y, en especial, por esas noches estrelladas habitadas por misterios y desafíos. Hypatia amaba la astronomía. Dedicarse a este ámbito del saber le ofreció muchas cosas y la privó de otras: llegó a obtener mucho éxito, pero su afán y su obligación a sus estudios la apartaron por ejemplo de poder contraer matrimonio.
Hypatia de Alejandría fue la primera mujer astrónoma de la historia
Quizá su afán de conocimiento le fue transmitido de su padre, Teón de Alejandría, filósofo y matemático, quién cuidó al máximo su educación y su afán por la curiosidad. Según sus propios escritos, Teón deseaba que su hija fuera el “ser humano más perfecto del mundo”. Para ello, debía cultivar no solo la mente, sino también el cuerpo. Las clases de matemáticas se complementaban con estrictas tablas de ejercicios, las cuales le permitieron ser atlética, exquisitamente sabia y bastante hermosa.
Su padre trabajaba en el Museo fundado por Tolomeo, el sucesor de Alejandro Magno, fundador de la ciudad de Alejandría. Aquel espacio era referencia absoluta en materia de ciencia, dedicándose a la enseñanza y a la investigación, albergando entre sus distinguidas paredes a más de mas de cien profesores que vivían allí, en compañía de Hypatia.
Viajó mucho durante su vida, recibió infinidad de cursos en el Museo e incluso más tarde, llegó a estar bajo su dirección. Destacó especialmente en astronomía y matemáticas, adquiriendo la cátedra en la escuela Neoplatónica de Alejandría. Educó a aristócratas, a plebeyos, a cristianos y paganos, instruyó al obispo de Sinesio de Cirene y a Orestes, prefecto de Egipto.
La llamaban “la filósofa”, una mujer que hechizaba con su conversación y su saber, una mujer avanzada a su tiempo con amplísimos conocimientos no solo de astronomía y matemáticas, Hypatia de Alejandría era también una virtuosa de la música.
Cuando la ciencia no gustaba a la religión.
Poco a poco y a lo largo de veinte años, Hypatia de Alejandría se convirtió en una de las mejores científicas y filósofas del momento. Ella misma simbolizaba el conocimiento y el saber, pero una clase de saber que no era del gusto de todos… la astronomía se basaba en unos esquemas que nunca fueron del gusto del dogma católico, lo desafiaba en sus mismos principios y raíces. Se la consideró una pagana absoluta.
Eran tiempos difíciles para la ciencia, poco conciliada con el cristianismo de entonces, unos años en que si uno no se convertía y rechazaba los conocimientos adquiridos podía ser castigado. Hypatia se negó. ¿Cómo hacerlo? Repudiar la ciencia era ir contra ella misma, contra su propio espíritu y más aún : para aquello que la habían educado.
Día a día iba desafiando más la paciencia del del líder cristiano de Alejandría. Ella daba clase, enseñaba e investigaba, una vida plena y sencilla que no era vista con buenos ojos para muchos… hasta que ocurrió, hasta que llegó ese día en que un grupo de fanáticos religiosos apagó para siempre la luz de esta mujer excepcional. Y lo hicieron de la forma más salvaje posible.

Hypatia de Alejandría fue asesinada de forma brutal, mientras regresaba a casa en su carruaje, estos fanáticos la asaltaron y la golpearon. Sin miramiento y con un odio absoluto, la arrastraron por toda la ciudad hasta desnudarla, para después torturarla con conchas marinas, arrancándole la piel y descuartizándola.
Las partes separadas del bello cuerpo de Hypatia fueron repartidas e incineradas después en el Ciraneo.
El Museo de Tolomeo, y el mundo, quedaron desde entonces huérfano tras aquella terrible pérdida.

Escuchen que dijo el astrofísico Carl Sagan.

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