viernes, 18 de octubre de 2013

Entresemana Nadie les hace caso… Moisés Sánchez Limón

Gerardo Francisco Liceaga Arteaga es un diputado federal priista que de deportes y política sabe tanto que es secretario de la Comisión del ramo en la Cámara baja. Pero, como reportero sabe más de estos insultantes contrastes del deporte de paga y el amateur. Sabe de los millonarios contratos negociados entre los mercaderes del futbol y los miserables apoyos al área deportiva como una rama fundamental de la educación.
Insultan, por supuesto, las comparaciones entre una estrella del futbol mexicano y un niño triqui que juega descalzo al básquet, no tanto por carecer de tenis para correr sobre la duela, sino porque su vida tiene mucho de esa miseria ancestral que a los niños y las niñas en la zona triqui oaxaqueña los ha hecho correr descalzos entre tierra y piedras y zarzales.
Y precisamente un equipo de estos niños basquetbolistas, unos lindan la adolescencia, fue a Córdova, Argentina, a participar en el IV Festival Mundial de Mini Baloncesto, que se celebró entre el 11 y el 14 de este mes de octubre. Y barrieron a sus contendientes, literalmente los borraron de la cancha.
¿Cuál es la relación entre la referencia al diputado Liceaga y la insultante comparación que pudiera hacerse entre un futbolista profesional cuya carta se cotiza en millones de pesos y un niño triqui a quien se apoya mensualmente con 600 pesos y juega descalzo y es un triunfador? El olvido, el desdén.
Los pequeños regresaron a México como triunfadores, son triunfadores, estudiosos y aplicados, porque para pertenecer al equipo, integrado por 40 niños y entre ellos cinco niñas, deben tener un promedio mínimo de 8.5 en sus estudios, puntaje que seguramente no lo deben a los maestros que los dejan olvidados para ir a marchas para cerrar escuelas.
En la Cámara de Diputados les tributaron un minuto de aplausos. Los aplausos no empobrecen pero igual no alimentan, salvo al espíritu vanidoso no llenan el estómago con comida nutritiva, no aportan uniformes, no solventan carencias de las familias de estos pequeños a quienes tampoco garantizan un futuro de triunfadores.
Y el diputado Gerardo Francisco Liceaga Arteaga entra en escena y reprocha que, a estos jovencitos de muy escasos recursos, a pesar de haber ganados todos sus partidos por una diferencia no menor a 30 puntos “nadie les hace publicidad ni caso”.
En efecto. Nadie les hace caso, incluso los diputados federales y los senadores a quienes no les pega la gana legislar en materia de recursos para el impulso del deporte de verdad, de este deporte escolar y hasta llanero, que son verdaderas vetas de campeones que se quedan en promesa porque los recursos no fluyen a sus espacios, porque los presupuestos se orientan al pago de bonos para profesores que se niegan a actualizarse para ser más capaces e influyentes en la capacitación de los pequeños.
Lo aludió el legislador perredista Carlos de Jesús Alejandro, el miércoles en la sesión plenaria camaral, en la misma donde se aplaudió a los pequeños campeones. “Los apoyos sólo quedan en el discurso, pues no se reflejan en el presupuesto, sobre todo en Oaxaca, Guerrero y Chiapas, donde hay una población indígena mayoritaria sin que los recursos lleguen en cantidades suficientes”.
Tal vez Carlos de Jesús debió haber sido más específico y reprochar a este Congreso de la Unión que se gasta sesiones en la demagogia relacionada con presupuestos multimillonarios y nada hace por impulsar la carrera de estos niños que juegan descalzos, insisto, no por carecer de tenis, no, así están acostumbrados en esas regiones indígenas que son controladas por iluminados y demagogos sectarios.
Los pequeños son orgullo nacional momentáneo, como un respiro en medio de la asfixiante discusión en torno de un equipo de futbol que se llama seleccionado y se nutre con jugadores que cobran, incluso, en dólares y pierden partidos en el contexto de una carrera por determinar quiénes integrarán a ese banquete de futbol cuya recaudación es multimillonaria.
Sí, tiene razón Liceaga, a los niños indígenas triqui nadie les hace publicidad ni caso. Sus triunfos venden para el golpe de pecho y los actos de contrición. Allá van, para su pueblo. Hoy los intereses comerciales, el deporte profesional busca pretextos para no registrar pérdidas rumbo al Mundial de Fut. ¡Total! A quién interesa un puñado de indígenas con espíritu de vencedores, al final de cuentas no es negocio, como el llamado “pacto de caballeros” en el fut azteca, el de paga, por supuesto, que prácticamente esclaviza a los jugadores. ¡Caray! Digo.

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