domingo, 14 de julio de 2013

Entre la verdad y la ficción LA CRÍTICA, LOS LECTORES Y LA VIDA Por Jorge Luis Falcón Arévalo*

“El pequeño burgués que no es capaz de conseguir por sí solo sus elevaciones anímicas necesita que se le recuerde continuamente la belleza de la vida”  -Carlos Kraus-

La palabra es un laberinto. Una vez dentro no se reconoce ni la entrada ni la salida. A pesar del desafío algunos se aventuran a entrar. Uno no escoge el objeto de su deseo. Pero sí su actitud frente a él.

El pensar, el sentir, el haber experimentado la vida misma y observado la de los demás, son fundamentos para lograr desarrollar una literatura descriptiva de lo que acontece no tan solo en esos hombres, sino en su entorno vivencial de familias, cercanos y extraños. La crítica, es solo un término; pero en la academia tiene sus acepciones. Es por ello, que cuando no puedes luchar con el pensamiento de un hombre, atacas al hombre.

El ejercicio de la crítica literaria siempre se hace desde una perspectiva, y dicha perspectiva va transformando o debería hacerlo en la cabeza del crítico, que siempre será curioso, indiscreto si no quiere terminar historiando.

La imaginación está estrechamente conectada con la memoria, la cual es una concatenación de objetos reales, objetos que al ser percibidos son afectados por las afecciones personales. Es decir, que pasamos de una imagen a otra sin darnos cuenta de que no están relacionadas semánticamente, pero sí emotivamente. Por ello, la gente ordinaria es más emotiva que pensante o reflexiva.
Confucio nos calma, nos serena, nos da una filosofía, la filosofía del buen lenguaje, del efectivo. Nietzsche, nos emotiva, exacerba el pensar; es otra emoción neuronal.

“Se dice en el mundo de la ciencia que los hombres inteligentes saben separar lo que está unido y unir lo separado, esto es, se dice que saben quitar la escoria del oro y que saben mezclar, maguer alquimistas, cosas que jamás habíamos pensado fronterizas”

La poesía nos exige, nos requiere, mientras que la pintura nos regala. A la poesía se va, se lleva, se encamina mientras que la pintura viene a nosotros. La música y la poesía son artes individuales, íntimas, mientras que la pintura y la escultura son artes sociales. ¿Cualquiera puede ver un cuadro o una piedra hecha cuerpo y tener opiniones? Sí, aunque no sean opiniones muy eruditas.

Todo gran crítico se ocupa de tres cuestiones: del lenguaje que es su forma, del pensamiento que habrá de ser el fondo y de la relación del criticado con otros autores  pasamos a la historia. Para criticar el pensamiento de alguien es menester tener un autor de cabecera. Kraus y Marx tenían a Shakespeare. Eleanor Marx, hija de Karl Marx, sostiene: “Shakespeare era la Biblia de nuestra casa, siempre en boca de alguien y en manos de todos”. Per se.
Soy crítico de los historiadores, libros, de la radio, de la Tv, de mujeres y hombres. A través de los libros, soy opinante del homo sapiens y, a través del homo sapiens, soy crítico de dios. Porque como aconsejaba Maquiavelo. “No atacar los cuerpos, sino las ideas que alimentan a los cuerpos. No atacar la religión, sino a los dioses de la misma”

Un lector que lee y no es crítico, no es lector. La crítica se obtiene tanto al  escribir como leer. Una palabra plasmada o dicha, es sujeto de sátira y detractación. Pero con conocimiento de la causa. Debemos entender que el ser humano, desde remotos y añejos tiempos, ha escudriñado y buscado desobedecer o trocar las reglas de su pensamiento.

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