miércoles, 15 de mayo de 2013

Entresemana ¿El que se ríe se lleva? Moisés Sánchez Limón

Moisés Sánchez Limón

En política no es casual el cobro de facturas ni los ajustes de cuentas en tribuna o mediante el entorpecimiento de iniciativas de reformas constitucionales o de leyes secundarias. Es una sui generis práctica de la Ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente.
Vaya, en todo caso, se reduce al simplista procedimiento coloquial de “el que se ríe se lleva”. No, no hay casualidades y nadie debe asombrarse en la elemental fórmula de que toda causa tiene un efecto.
Quizá por eso Gustavo Enrique Madero, presidente nacional del PAN, tomó con filosofía básica la revelación de que César Nava Vázquez fue demandado en una Corte de Estados Unidos por Petróleos Mexicanos, bajo el cargo de “conspiración criminal”, es decir, fraude en contra de la paraestatal.
Junto con Nava Vázquez la demanda se fincó contra las empresas Siemens y SK Engineering, propiedad de Jaime Camil y Luis Enrique Bouchot, quien fuera director jurídico de Pemex. Para ser algo fabricado, como presume Madero, hay elementos de peso que llaman la atención en el entorno de este trío de cómplices.
Pero el tema es Nava. Un michoacano que muy joven se hizo millonario sin conocerse el antecedente de su fortuna, porque incluso cuando presentó su declaración patrimonial como jefe de la Oficina de la Presidencia, en mayo de 2008, reveló propiedades con valor menor al costo del departamento que le regaló a su segunda esposa, Patylú, en Polanco;  muy por debajo de su salario anual que ascendía a dos millones 383 mil pesos.
Será que como diputado federal en la LVIII Legislatura, dirigente nacional del PAN, asesor jurídico de la Secretaría de Energía (con Felipe Calderón como secretario), y luego director jurídico de Pemex, ganó tanta lana como para darse el pequeño lujo de regalarle a su prometida un departamentazo con valor superior a los siete millones de pesos; la primera versión lo tasó en más de 15 millones de pesos.
Paráfrasis del filósofo Felipe, “haiga sido como haiga sido”, lo cierto es que no cualquier empleo deja a un político en ascenso la posibilidad de darse esos lujos. Para pagar el depar debió haber destinado mínimo tres años de su salario íntegro. ¿Le creemos?
Sin duda, merced a los negocios que hizo, ilícitos en buena medida, de ser fundada la demanda de Pemex, César Nava es parte de esa camada panista de nuevos millonarios sexenales que han evitado responder a las publicaciones en las que se aportan pruebas de lo que tenían antes de ser dirigentes partidistas, albiazules por supuesto, legisladores y funcionarios de primer nivel en el equipo calderonista y cuando concluyó el sexenio. O la docena trágica, concedamos.
Sí, Gustavo Madero considera que la revelación de la denuncia, conocida primariamente en el diario Reforma y en Televisa, forma parte de una campaña impulsada por el PRI, desde el gobierno, para mermar posibilidades de triunfo al PAN en los comicios del próximo siete de julio.
Además, en una primera defensa de Nava descalifica a la información por imprecisa, por lo menos en fechas, pero aboga porque se dé oportunidad a Nava de defenderse, un procedimiento de elemental tesitura legal.
Lo cierto es que el señor Nava debe una explicación, como funcionario público que fue, con salario altísimo pagado con nuestros impuestos, respecto de cómo es posible que haya amasado una fortuna para estar en condiciones de regalar un depar de siete millones de pesos a su segunda consorte.
Ahora que, por el lado que atisba Madero, en esto de la campaña contra Acción Nacional, difícil cubrir las huellas digitales priistas –oficiosas o no—del cobro por la persecución que, junto con el PRD, ha hecho el PAN contra Rosario Robles Berlanga, la secretaria de Desarrollo Social que recibió el espaldarazo público de su jefe, el presidente Enrique Peña Nieto, que enfureció a panistas y perredistas, por el caso Veracruz.
Y es que, mire usted, poner en predicamento al Pacto por México, por cuestiones de supuesta maquinación fraudulenta electoral, que ya le costó la chamba al secretario de Finanzas y Planeación del gobierno veracruzano, Salvador Manzur Díaz, no es asunto menor. La postura del PAN, que no mengua porque se engalló con el agregado de candado electoral a este Pacto por México, no quedaría impune.
¿César Nava irá a prisión? Tal vez no; tampoco renunciará Rosario Robles Berlanga a la Sedesol ni mucho menos Javier Duarte al cargo de gobernador de Veracruz. Es la misma película de la Ley del Talión. ¿Cuántos escándalos políticos más? Los necesarios para allanar caminos rumbo a la elección del siete de julio. El que se ríe se lleva, pero la sangre no llega al río. Digo.

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