miércoles, 27 de febrero de 2013

Entresemana Elba Por Moisés Sánchez Limón

Moisés Sánchez Limón
El sistema priista la parió y el sistema priista la defenestró. Martes de sorpresa; imposible sustraerse: la nota es nota. Y la principal en tratándose del manotazo en el escritorio principal de Los Pinos para operar esta tarea que, sin duda, tendrá sus comparaciones y se le titulará “¡El Quinazo de Peña Nieto!”
Sí, la maestra normalista, la chiapaneca forjada en las filas del SNTE en la sección de Ciudad Nezahualcóyotl, la guerrera, tozuda, necia, ambiciosa, política fría, mujer cabrona y calculadora, o como usted la quiera llamar, está en calidad de indiciada desde la tarde-noche del último martes de febrero de 2013.
Llegaba la maestra a la terminal aérea internacional de la capital mexiquense, procedente de San Diego, California, para encabezar este miércoles un congreso nacional, sin duda escenario para la embestida contra la Reforma Educativa promulgada el lunes último por Peña Nieto, pero agentes ministeriales cumplimentaron la orden de aprehensión girada en su contra la maestra por un juez federal.
Imaginemos la escena al ser detenida junto con tres presuntos cómplices bajo el cargo de malversación de fondos. Una friolera superior a los dos mil millones de pesos. Le leyeron sus derechos y la soberbia se le escurrió desde la coronilla hasta la punta de sus zapatos finos.
Otros tiempos. La ventana extraña referida el viernes último por el presidente de la Cámara de Diputados, Francisco Arroyo Vieyra, respecto de la nueva forma de hacer política, de ejercer el poder y someterse al imperio de la ley.
Elba Esther Gordillo Morales se resistió al cambio, apostó a su fuerza sindical, a las voluntades compradas, a los supuesto compadrazgos y complicidades que la llevaron, ya echada a los brazos del panismo y con un partido propio en su cuenta (el Partido Nueva Alianza) en el último informe del hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, al guiño con el entonces aspirante a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto.
Y ese día, el 14 de marzo de 2011, en primera fila en el Lienzo Charro de Pachuca, convertido en recinto oficial para el informe de Osorio, a unos metros de su acérrima enemiga Beatriz Elena Paredes Rangel, coqueteó con el PRI, un sui generis retorno al tricolor, a cuyas filas renunció en aquellos días cuando Manlio Fabio Beltrones Rivera y Emilio Chuayffet Chemor la echaron de la coordinación de la bancada priista en la LIX Legislatura federal de la Cámara de Diputados.
¡Qué tiempos aquellos del inicio del sexenio salinista! Carlos Jongitud Barrios había caído en desgracia, su cacicazgo ofendía, líder del SNTE, gobernador de San Luis Potosí, senador y líder del SNTE. El objetivo de Carlos Salinas de Gortari de acabar con esos cacicazgos sindicales, incluso procedimiento planteado en un trabajo de Manuel Camacho Solís en sus tiempos en el Colegio de México.
El 10 de enero de 1989, como un cobro de factura al sindicato petrolero, cuyo líder en turno, José Sosa le había advertido, retador, al entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado que si Pemex se hundía, se hundía México y él, el Presidente, también, a Joaquín Hernández Galicia (a) La Quina, le armó el tinglado, incluso con el fiambre de un agente del Ministerio Público que esbirros del fiscal Coello Trejo le fueron a tirar frente a su casa en Ciudad Madero.
Y La Quina, junto con Salvador Barragán Camacho se fue a prisión y se le acabó el reinado, el impero construido con dineros de Pemex fondeados como cuotas al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
Unos meses después, también Jongitud fue jubilado, aunque no encarcelado porque entendió que su tiempo había concluido y lo relevaría Elba Esther Gordillo Morales, quien formaba parte de su círculo cercano.
Y Elba creció y se volvió influyente, cercanísima al poder presidencial. Fue legisladora, dirigente de la CNOP e incluso secretaria General del CEN del PRI. Pero, sobre todo, poderosa. Mandamás incluso en la SEP durante la docena panista y pretendió mantenerse en ese sitio cuando el propio PRI sabe que los tiempos son otros y los cacicazgos sindicales y políticos no tienen cabida. Y el PRI la defenestró. Conste.

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