martes, 6 de noviembre de 2012

Entre la verdad y la ficción ROBO DESCOMUNAL, EL DE ATOYAC. Por Jorge Luis Falcón Arévalo*



 “Yo, Jehová, amo el derecho, odio el robo junto con la injusticia” -Isaías 61:8 La Biblia.

La transa fue con Bello Gómez, su mejor fruto político, hasta arribar a esta comarca cafetalera. El de un “Bello Atoyac”. La falacia, el mentiroso. ¿Y el fraude del PRD, nacional? El megalómano de barro.

Dejó a los universitarios atoyaquenses, con un palmo de narices, al prometer un terreno y la edificación de aulas. Engañó a estudiantes y ciudadanos, con la promesa de prodigar  internet (wi-fi) en “todo el zócalo, para que tengan acceso libre”. Otro de sus embustes. ¿Los juegos infantiles de Sedesol?

Algo que jamás hizo por iletrado en la administración como ciencia, Carlos Armando fue seleccionar a colaboradores competentes. Ni una persona de su gabinete tiene distinciones académicas, fama pública decente. Nadie era honorable, modesto ni eficiente. Pellejo, pedacera, maleza, fue su constante

Destruidos los archivos, manipulada la información, quemados los papeles, mal  escondidas las estafas y los fraudes a los sierreños. Ni el peor de los gánster tuvo en sus mejores días una calamidad tan indecente como la del anterior gobierno municipal-

Promesas de caminos vecinales, no se llevaron a cabo. Construcción de puentes, engañó. Hasta prometió un rio, si el caso lo ameritaba. Menos cumplió, La locura del pasajero poder y el dinero que no era suyo, hizo acopio de su persona. Con éste mandó a sus serviles achichincles y cronistas de sus minucias y nimiedades, a viajar; unos, a Estados Unidos de Norteamérica. Otros, a Alemania.

Miente al tratar de utilizar la fábula de “Pedro y el lobo”. Esta vez la auditoria arroja un desvío de 171 millones de pesos; cuando el vocifera, con el lodo en el cuello, que son 55 millones, 300 mil pesos. ¿Quien miente, el arqueo desinteresado o la lengua larga y maníaca de un enfermo, que trata como el gato de ocultar sus heces fecales, cuando la hediondez, es kilométrica? Además. 60 millones de pesos, es demasiado, para esta comarca cafetalera. Una infamia de deuda.

Anuncia con voz trémula que pagó 30 millones de pesos en juicios; cuando evadió irresponsablemente el asunto de Rubén Arellano, que esquilma el chilango a la sociedad atoyaquense con más de dos millones de pesos, que olímpicamente ya le quitaron al raquítico presupuesto de la administración.

Embargados los camiones de recolección de basura. ¿Y el dinero de Hábitat, Carlos Armando? Embargada la Unidad Deportiva ¿Y el dinero de Sedesol, Bello Gómez?

Escuelas del municipio, sin los enseres propios, los cuales usó como limosna para imponer a un candidato de sus preferencias de antecedentes no muy claros; y poco proclive a la vergüenza y la verdad. Durante más de tres años, se careció de maestros, pizarrones y mesabancos para la mejor impartición de una educación en éste municipio.

Bello, llego a la administración a robar, menos a administrar, independientemente que desconoce este procedimiento. Tal dinero tiene que ser devuelto a la Federación, junto con los intereses generados.


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