domingo, 28 de octubre de 2012

Entresemana Del DDF al GDF y los presidenciables Por Moisés Sánchez Limón

Moisés Sánchez Limón

Cuando en la gestión del profesor Carlos Hank González, como regente de la ciudad de México, se emprendió la tarea de enfrentar el problema de la creciente circulación vehicular con los ejes viales, las críticas fueron severas, como ocurrió con la construcción del Viaducto Miguel Alemán sobre la consideración de qué era una obra sin sentido porque, decían, cómo la van a llenar de automóviles; bromeaban en su uso para la navegación de las chalupas de Xochimilco.
Inaugurado en septiembre de 1950, el Viaducto que corre sobre lo que fue el Río de la Piedad, no tuvo mayores resistencias en aquellos tiempos, cuestión que sí ocurrió contra las expropiaciones que procedieron para dar paso a los ejes viales.
Al profesor Han González, se le calificó como “Gengis Hank”, émulo de Gengis Kan, a quien se atribuía el vandalismo destructor y por donde pasaban su caballo y sus huestes no volvía a crecer hierba alguna.
Críticos posteriores han considerado que esa obra de los ejes viales no fue proyectada con visión de futuro; en su momento se significó un alivio para los ya recurrentes congestionamientos viales. Hubo vecinos que se ampararon y la ley estuvo de su lado: donde se encontraban sus propiedades, los ejes viales perdían el nombre para convertirse en calles comunes; recientemente el problema se solucionó.
Evidentemente, el Viaducto y los Ejes Viales no fueron obras de relumbrón. Eran necesarias y el tiempo demostró su utilidad, pero la explosión demográfica y vehicular superó cualquier previsión y convirtió a estas vías, en su mayoría y en horas pico, en enormes estacionamientos.
¿Por qué la alusión al DDF y ahora al GDF? En 1950 el jefe del Departamento del Distrito Federal era Fernando Casas Alemán, aspirante a suceder al presidente Miguel Alemán Valdés, quien había sido regente de la capital del país. Casas Alemán pretendió seguir los pasos de Alemán Valdés, se promovió con obras como la referida e inaugurada cuando él sabía que no sería el candidato a la Presidencia, sino otro veracruzano: Adolfo Ruiz Cortines.
Una situación similar ocurrió con el profesor Hank González. La Constitución le vetaba la posibilidad de ser candidato a la Presidencia de la República. Hubo intentos de reformar a la Carta Magna para dar ese paso. Político hábil y bien posicionado, Hank sepultó sus aspiraciones mas no su creciente fama e influencia política, hasta su muerte.
La historia de los presidenciables se ha tejido en esos ámbitos de lo que hoy es la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Luego de Hank, Ramón Aguirre Velázquez fue jefe del DDF e hizo obra pública, aunque arrastraba las ineficiencias en la atención de los damnificados de los sismos de septiembre de 1985, buscó ser candidato a la Presidencia, pero la nominación fue para Carlos Salinas de Gortari.
El caso sobresaliente fue el de Manuel Camacho Solís, cuya tarea política en busca de la candidatura priista a la Presidencia se centró en presentarlo como un gran negociador político e incluso se le atribuye la paternidad de organizaciones que hoy son el soporte del Partido de la Revolución Democrática.
En el periodo de Camacho hubo obra pública, pero se quedó con las ganas de ser candidato presidencial y se refugió en la izquierda,  de la que hoy es senador. Su sucesor, Óscar Espinosa Villarreal se conformó con el cargo y su futuro político lo selló la persecución que lo llevó a prisión.
Cuauhtémoc Cárdenas pidió licencia a la jefatura de Gobierno del DF para ser candidato a la Presidencia; Andrés Manuel López Obrador siguió la ruta de la jefatura y luego la candidatura.  
Hoy el turno es de Marcelo Ebrard, cuya magna obra con la que se ha catapultado formalmente como constructor de obra, es la secuencia de aquella Inaugurada el 4 se septiembre de 1969, la línea 1 del Metro de la ciudad de México que, entonces, se constituyó como pivote del nuevo sistema de transporte colectivo que creció en una amplia red en desahogo de la congestionada capital del país.
En los últimos doce años el Metro dejó de crecer, aunque en la gestión de Marcelo Ebrard Casaubón como jefe de Gobierno del Distrito Federal se inició la construcción de la línea 12, considerada la más moderna de la red.
Pero mientras dicha obra ha captado millonarios recursos, el resto de las líneas está en el olvido, sin mantenimiento y con severos problemas, incluso apremiados con actos de corrupción, que no tardan en estallar. ¿Aspira Marcelo a presidir al PRI? ¿Quiere ser candidato a la Presidencia de la República? El Metro puede ser la tumba de sus aspiraciones. Digo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.