lunes, 20 de agosto de 2012

POEMA TRIBUTO A SCOTT McKENZIE, DEL POETA, ESCRITOR Y MÚSICO ISAÍAS ALANÍS


Scott McKenzie
 
Por: Isaías Alanís

En plena guerra de Viet Nam
Del aullido de Ginsberg
De la bala en la frente
De los niños quemados con Napalm
De los tanques rusos entrando en Praga
De la masacre de Tlatelolco
Del río de piedras vivas
De la noche del tigre en medio del acero
De la sombría fronda del leñador del Hudson
De la guerrilla cubana
y el salto a una nueva era
 
Nació tu voz
Límpida como el olor a mota
Tu voz de caramelo para el refine
Con sabor a aceite de coco y vinagre de vino
Tu voz dulce como helado de grosella
Hoy acallada a los setenta y tres movimientos
En las setenta y tres vibraciones de la tierra
Cuando John Phillips después de un join
Escribió con sangre en los dedos la canción a San Francisco
Paraíso del alba, noche de la aurora
Para que la hicieras famosa con tu voz límpida
Como las ondas del Sacramento y San Joaquín
Que descienden de la Sierra Nevada a la bahía
Y el Golden Gate se eleva majestuoso con sus picos de luz
Desde donde se divisa la bahía de los dos mundos.
 
Esa rola la escuche en los ojos azules de las pléyades
En los ojos claros de Debora,  en Cuernavaca
Saboreando una cerveza con William Faulkner
En la misma mesa donde se fijo el día
Y una corte de gatos danzó a ritmo de balada
 
Hoy es muy tarde para celebrar tu muerte
Nunca nos encontramos comiendo hongos en Oaxaca
A la vera de un camino con Margot Hemingway
Bebiendo mezcal oloroso a dulce de tragedia
Solos, escuchándote cantar suavemente
Lejos, muy lejos de, The Mamas and The Papas
Bajo un ático donde cabe la luz de la esperanza
Y esa generación en un grito de colores
Seguramente que volveríamos a escucharte cantar
Y ver el torso terso de una mujer desnuda en pleno vuelo
Había que orillar a la libertad a salir de su encierro
De moralinas añejas y fusilamientos nacionales
Porque nadie, salvo la tierra, se salvó del holocausto nuclear
Y el temor a la bomba atómica despertó nuestras conciencias
Y el descenso en la luna, y el LSD, piedra filosofal
De una generación que lo vivió y padeció casi todo
La mierda del post industrialismo en una calle, en un capullo
En una rola que como el cuerpo de la mujer
Abrió en dos la realidad y tembló la tierra
Y hacer el amor y no la guerra fue la consigna.
 
Que tu voz siga alentando al amor light y revolucionario
Que nos cubrió de veranos los ojos
Y de incendios los pensamientos soberanos
Be sure to wear flowers in your hair
Gracias, Scott McKenzie, no me debes nada, nada te debo.
 
Chilpo/20/agosto/2012

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